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jueves, 22 de marzo de 2012
Escrito sobre el Dolor Abdominal
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El dolor abdominal es el dolor que se siente en el área entre el pecho y la ingle, a menudo denominada región estomacal o vientre en la mujer.
Defilippi,
Carlos. «Dolor abdominal» (en español)
·
Es el
dolor que se siente en el área entre el pecho y la ingle, a menudo denominada
región estomacal o vientre.
Dr. Tango, Inc.
·
El dolor
abdominal es una manifestación de daño y, como tal, cuando ocurre en la región
anatómica denominada abdomen refleja patologías que pueden estar relacionadas
con el aparato digestivo, aunque existen otros cuya procedencia excede los
límites de esta cavidad.
© 2006 Anejo Producciones S.A. Buenos
Aires. Argentina.
·
Cuando hablamos de dolor abdominal nos referimos
al dolor de menos de 24 horas de evolución. Constituye uno de los motivos más
frecuentes de consulta en los Servicios de Urgencias.
La interpretación correcta
de este síntoma, es una tarea difícil que requiere
experiencia y gran capacidad
de juicio clínico. Por ello, cuando hacemos frente a
un paciente que presenta
un dolor abdominal, deberemos realizar una detallada
anamnesis, un examen
físico completo y un uso adecuado y racional de las
exploraciones complementarias en función de las sospecha clínica.
Carlos Prieto Martínez, Susana
Oquiñena Legaz.
Servicio
de Digestivo del Hospital de Navarra.
·
El dolor abdominal es un síntoma que
se produce en el área abdominal, tanto a nivel alto (estómago), o más bajo (a
nivel intestinal).
dolor abdominal
Tipos de dolor abdominal
Visceral
Se produce por distensión de las terminaciones
nerviosas que rodean a las vísceras. Se describe como calambre, cólico,
sensación de gases. Con frecuencia es intermitente, dependiendo su localización
de las vísceras afectadas:
- Epigástrico: estómago, duodeno, sistema
pancreato-biliar.
- Periumbilical: intestino delgado, colon
ascendente.
- Suprapúbico: colon descendente.
Los cuadros clínicos, que típicamente provocan este
tipo de dolor son: apendicitis aguda, colecistitis aguda y obstrución
intestinal. Pero además de presentarse como cuadros típicos, no hemos de
olvidar, que estos cuadros, pueden presentarse como un dolor difuso y mal
definido.
Somático
Producido por irritación, por agentes químicos o
inflamatorios, de las terminaciones nerviosas localizadas en el peritoneo
parietal. El paciente lo describe como agudo, constante y bién localizado.
Referido
Suele seguir unos patrones clásicos (supraclavicular
por irritación diafragmática).
Según las características, evolución del dolor
abdominal y exploración clínica repetida, con frecuencia es posible identificar
cual es su causa. Así una apendicitis inicialmente se refiere como una molestia
periumbilical mal definida (obstrucción intra-apendicular) pero su inflamación
y consiguiente irritación del peritoneo parietal localizaran el dolor en fosa
iliaca derecha (3, 4).
Origen
del dolor abdominal
Intra-abdominal
Puede deberse a:
- INFLAMACION PERITONEAL: Esta puede ser
primaria en pacientes con ascitis de cualquier causa (con mas frecuencia
cirróticos) o secundaria a la lesión de una víscera intraabdominal o
pélvica. El dolor en cualquier caso tiene características somáticas.
- OBSTRUCCION DE UNA VISCERA HUECA: El dolor
será típicamente visceral (cólico), con frecuencia asociado a nauseas y
vómitos, siempre más intensos cuando está afectada la porción proximal del
intestino delgado.
- ALTERACIONES VASCULARES: Suele tratarse de
urgencias vitales.
La isquemia-infarto intestinal suelen ser
diagnosticadas tardíamente. Con frecuencia son pacientes de edad avanzada, con
patología cardiovascular. Destacan los escasos signos en la exploración física
en relación a los síntomas tan alarmantes que refiere el paciente, con una
rápida evolución hacia el deterioro sistémico, acidemia metabólica y shock.
El aneurisma de aorta abdominal roto se manifiesta
con dolor abdominal, irradiado a espalda, flancos o región genital, asociado a
hipotensión y/o shock hipovolémico, el cuadro clínico es muy similar al cólico
nefrítico, por lo que cuando se valora este, se debe de tener siempre en mente
el aneurisma de aorta compliado.
Extraabdominal
Las lesiones de pared abdominal (desgarros
musculares, hematomas, traumas) se caracterizan porque el dolor aumenta al
contraer la musculatura abdominal.
En algunos casos patología intratorácica puede
manifestarse con síntomas abdominales, así una neumonia, sobre todo en niños
puede originar más molestias abdominales que intratorácicas.
En ocasiones la isquémica miocardica aguda produce
dolor epigástrico, nauseas y vómitos, de ahí la suma importancia de realizar un
ECG a todo paciente con factores de riesgo que presente dolor epigástrico.
La patologia pélvica y el embarazo ectópico suelen
producir dolor abdominal agudo. La
cetoacidosis diabética es la alteración metabólica que con más frecuencia
produce dolor abdominal, en este caso es fundamental descartar que el trastorno
metabólico sea secundario a alguna patología intraabdominal y no primario.
Entre las alteraciones neurológicas que pueden
producir dolor abdominal las más frecuentes son el herpes zoster y las
alteraciones secundarias a la patología del disco intervertebral.
examen de abdomen
Conceptos Generales
Desde el punto de vista del
examen del abdomen, conviene tener presente las estructuras que están
contenidas en él y la forma de reconocerlas: su ubicación, tamaño y las
alteraciones que pueden presentar.
En el abdomen se ubica gran parte
del sistema digestivo, incluyendo el tubo digestivo, hígado, vesícula,
páncreas; los riñones y estructuras urológicas; las glándulas suprarrenales, el
bazo; y en la mujer, su sistema reproductivo, incluyendo ovarios, trompas y
útero. Cada una de estas estructuras tiene una ubicación y tamaño, desempeña
funciones y es fuente de alteraciones y enfermedades. El detalle conviene
revisarlo en textos de anatomía y fisiopatología.
Algunos puntos de referencia del
abdomen son: los rebordes costales, el apéndice xifoides, el ombligo, las
espinas ilíacas antero superior en cada lado, las regiones inguinales y el
borde superior del pubis.
Para describir la ubicación de
los hallazgos del examen físico, el abdomen se divide en cuatro o en nueve
secciones.
En el primer caso, se trazan dos
líneas imaginarias perpendiculares que pasan por el ombligo y delimitan cuatro
cuadrantes: superior derecho e izquierdo, e inferior derecho e izquierdo. Si se
divide en nueve secciones o regiones, se trazan dos líneas que en su extremo
superior son la continuación de las líneas torácicas medioclaviculares que
hacia abajo llegan a los extremos laterales del pubis, y dos líneas
horizontales, pasando la primera por el punto inferior del reborde costal a
cada lado (10ª costilla), y la segunda, por las crestas ilíacas
anterosuperiores. Se constituyen así las siguientes regiones, de derecha a
izquierda: en el tercio más alto: hipocondrio derecho, epigastrio e hipocondrio
izquierdo; en el tercio medio: flanco derecho, región umbilical y flanco
izquierdo; en el tercio inferior: fosa ilíaca derecha, hipogastrio y fosa
ilíaca izquierda.
Usando las divisiones anteriores,
conviene tener presente la ubicación en la cual se encontrarían las distintas
estructuras intraabdominales, como se indica a continuación.
División
por cuadrantes:
- Cuadrante superior
derecho: hígado y vesícula biliar; cabeza del
páncreas, parte del riñón derecho, glándula suprarrenal derecha, partes
del tubo digestivo (ángulo hepático del colon).
- Cuadrante superior
izquierdo: bazo, lóbulo izquierdo del hígado, cuerpo y
cola del páncreas, parte del riñón izquierdo, glándula suprarrenal
izquierda, partes del tubo digestivo (ángulo esplénico del colon).
- Cuadrante inferior
derecho: ciego y apéndice; ovario y trompa derecha;
polo inferior del riñón y uréter derecho; otras partes del tubo digestivo
(colon ascendente), canal inguinal.
- Cuadrante inferior
izquierdo: colon sigmoides y parte del colon
descendente; ovario y trompa izquierda; polo inferior del riñón y uréter
izquierdo, canal inguinal.
División
en nueve regiones:
- Hipocondrio derecho:
lóbulo hepático derecho, vesícula biliar, parte del riñón derecho,
glándula suprarrenal, ángulo hepático del colon.
- Epigastrio:
estómago, duodeno, páncreas, parte del hígado, aorta, vena cava inferior.
- Hipocondrio
izquierdo: bazo, cola del páncreas, ángulo esplénico
del colon, polo superior del riñón izquierdo, glándula suprarrenal.
- Flanco derecho:
parte del riñón derecho y del colon ascendente.
- Región umbilical:
porción inferior del duodeno, intestino delgado, aorta, vena cava
inferior.
- Flanco izquierdo:
parte del riñón izquierdo y del colon descendente.
- Región ilíaca
derecha: ciego, apéndice, extremo inferior del íleon,
ovario, desembocadura del uréter, canal inguinal.
- Región del
hipogastrio o suprapúbica: útero, vejiga, colon sigmoides.
- Región ilíaca
izquierda: colon sigmoides, ovario, desembocadura del
uréter, canal inguinal.
En la pared posterior del abdomen
se reconocen fundamentalmente las regiones
lumbares que son la continuación de los flancos y se extienden
desde las 12as costillas hasta el tercio posterior de las
crestas ilíacas. Los riñones son órganos ubicados en el retroperitoneo y su
parte más superior queda a la altura de las dos costillas flotantes. En
el ángulo costovertebral, que
se localiza entre el borde inferior de la 12ª costilla y las apófisis
transversas de las vértebras lumbares altas, se puede reflejar dolor
proveniente de los riñones.
Es posible que el paciente
refiera dolores en el abdomen que se generan fuera de él. Por ejemplo, una
neumonía basal puede doler en uno de los hipocondrios; un infarto agudo de la
cara inferior del miocardio puede doler en el epigastrio; un herpes zóster
intercostal, a veces se asocia a dolores referidos al abdomen. En otro sentido,
un problema intraabdominal puede dar dolor en regiones distantes. Por ejemplo,
un neumoperitoneo o un proceso anexial puede asociarse a dolor en un hombro.
Examen
del abdomen.
Debe efectuarse con una
iluminación adecuada y exponiendo el abdomen en forma amplia de modo de
efectuar una buena observación, desde la parte baja del tórax hasta las
regiones inguinales, pero sin exponer los genitales externos para respetar el
pudor del paciente. Este debe estar en decúbito supino y es necesario que
relaje al máximo su musculatura abdominal.
Para esto conviene que tenga sus
brazos a los lados o sobre el pecho, pero en ningún caso hacia arriba; la
cabeza sobre una almohada y, eventualmente, las piernas semiflectadas con una
almohada bajo las rodillas. El examen habitualmente se efectúa desde el lado
derecho, pero conviene tener destrezas para examinar desde ambos lados.
En tiempos fríos, es necesario
cuidar que las manos y el estetoscopio estén templados de modo que el paciente
no tenga sobresaltos. Puede ser necesario lavarse las manos con agua caliente,
frotárselas, o comenzar el examen palpando sobre la camisa del paciente hasta
sentir las manos más tibias y entonces descubrir el abdomen.
En personas que sufren de
cosquillas conviene mover las manos lentamente, evitando movimientos bruscos e
inesperados; al principio el examinador podría colocar su mano sobre la del
paciente y comenzar a examinar de esta forma, y después de unos instantes pasar
al examen directo.
Las zonas en las cuales puede
haber dolor conviene examinarlas al final.
Inspección
Interesa ver la forma del
abdomen, si existen zonas solevantadas bajo las cuales pueda haber un proceso
expansivo, los movimientos respiratorios, si existen cicatrices o hernias.
También puede ser importante fijarse en la presencia de manchas o lesiones de
la piel, en la distribución del vello, o si existe circulación colateral
anormal.
Los movimientos respiratorios se
aprecian en la parte alta del abdomen. Lo normal es que con la inspiración se
produzca un abombamiento de esta zona debido al descenso del diafragma que
presiona y empuja las vísceras. En casos de insuficiencia respiratoria o
parálisis diafragmática, en vez de un abombamiento puede ocurrir una depresión
si el diafragma es arrastrado hacia arriba por la presión negativa que se
genera dentro del tórax (respiración
paradojal). En la parte alta del abdomen se puede observar,
especialmente en personas delgada, un latido transmitido desde la aorta
descendente.
En ocasiones se ven unas estrías de distensión que corresponden
a rotura de fibras elásticas de la piel. Se encuentran en los flancos y partes
bajas del abdomen. Son de color blanco y ocurren en mujeres que han tenido
embarazos y en obesos que han bajado de peso. Cuando tienen una coloración
púrpura se asocian a un exceso de glucocorticoides (p.ej.: síndrome de
Cushing).
En hemorragias peritoneales puede
aparecer en la región periumbilical una coloración azulada que constituye elsigno de Cullen (p.ej.: en
embarazo tubario roto). En pancreatitis aguda necrohemorrágicas, con
sangramiento hacia el retroperitoneo, puede aparecer una coloración azulada en
las regiones lumbares (signo de Grey
Turner).
En personas muy delgadas es
posible ver movimientos peristálticos de asas intestinales. Esto es más
evidente cuando existe una obstrucción intestinal aguda que se asocia a
distensión del intestino y aumento del peristaltismo.
El ombligo normalmente es
umbilicado o plano. Cuando existe ascitis se puede ver evertido (protruye hacia
afuera). Una onfalitis es
una inflamación del ombligo que se manifiesta por enrojecimiento y secreción.
La distribución del vello pubiano
es diferente en el hombre que en la mujer. En el primero tiene una distribución
romboidal, llegando hasta el ombligo. En la mujer es de tipo triangular, sin vello
hacia el obligo. Esta distribución se altera cuando existen cuadros
feminizantes en el hombre o virilizantes en la mujer asociados a cambios
hormonales.
Si existen hernias (umbilical,
inguinal, crural), se hacen más evidentes cuando la persona puja.
Una eventración es la protrusión de tejidos intraabdominales a
través de zonas débiles de la musculatura abdominal en cicatrices quirúrgicas,
pero contenidas por la piel. Originan las hernias incisionales. En una evisceración ocurre una salida de asas intestinales fuera
del abdomen por dehiscencia de la sutura de una laparotomía o a través de una
herida traumática.
A nivel de la línea media del
abdomen, por encima del ombligo, puede ocurrir un abombamiento en relación a
maniobras de Valsalva (aumento de la presión intraabdominal) por separación de
los músculos rectos (diástasis de
rectos) y no tiene mayor importancia. En otros casos, puede existir un
pequeño defecto o solución de continuidad de los planos más profundos de la
pared, en dónde se puede presentar una hernia de la línea alba(o línea blanca).
Algunas masas ubicadas en la
pared abdominal se podrían hacer más notorias al solicitar al paciente que
ponga la musculatura del abdomen tensa (p.ej.: levantando la cabeza y hombros o
intentando sentarse).
Algunas cicatrices quirúrgicas
que se pueden encontrar son las siguientes:
·
de McBurney:
es una incisión en el cuadrante inferior derecho, paralela a las fibras
musculares del músculo oblicuo externo a unos 3 cm de la espina ilíaca
anterosuperior, que se usa en apendicectomías. Ocasionalmente, especialmente en
apendicitis de difícil diagnóstico o complicadas con peritonitis, se usa una
incisión paramediana derecha
infraumbilidal, que permite un mayor campo operatorio.
·
de Kocher:
es una incisión subcostal derecha, paralela al reborde costal, y que se usa
para colecistectomías. Para esta operación también se usa una incisión paramediana derecha supraumbilical.
Actualmente la mayoría de las colecistectomías se efectúan mediante
laparoscopía y las incisiones que se encuentran son pequeñas (en reborde del
ombligo y una o dos en cuadrante superior derecho).
·
Incisión mediana supraumbilical (usada para operaciones del estómago
y otras estructuras del hemiabdomen superior).
·
de Pfannenstiel:
es una incisión arqueada por encima de la sínfisis pubiana en el sentido del
pliegue suprapúbico, que se usa para efectuar cesáreas u operaciones
ginecológicas como histerectomías. Antes era frecuente que se hiciera una
incisión mediana infraumbulical.
Las circulaciones venosas
colaterales anormales que se pueden observar son del siguiente tipo:
·
Porto-cava: se
observa cuando está aumentada la circulación venosa por las venas
periumbilicales, debido a una obstrucción de la vena porta, tal como ocurre en
pacientes con cirrosis hepática avanzada. Las venas irradian desde ombligo
hacia la periferia y el flujo venoso sigue el mismo sentido. Da lugar a la
llamada "cabeza de medusa".
·
Cava-cava: es una
circulación venosa colateral que se ve cuando existe una obstrucción de la vena
cava inferior; las venas se desarrollan en las regiones laterales del abdomen y
la sangre fluye en sentido ascendente.
La dirección del flujo de una vena se aprecia apoyando los
dedos índices de cada mano sobre un segmento de la vena, en un trayecto que no
reciba tributarias colaterales. Estando los dedos juntos y aplicando un poco de
presión, se separan de modo de exprimir toda la sangre del interior del
segmento. Luego se levanta uno de los dedos y se ve la rapidez con la que la
vena vuelve a llenarse de sangre: si ocurre inmediatamente, la sangre fluye en
ese sentido; si la vena permanece un tiempo colapsada, quiere decir que el dedo
que todavía la comprime impide el flujo. Se repite la maniobra levantando uno u
otro dedo hasta estar seguro de la dirección de la sangre.
La forma del abdomen puede ser diferente. Esto depende de la
edad, de la relación entre el peso y la talla, de la constitución del cuerpo,
de lo atleta o sedentaria que sea la persona y de alteraciones que puedan
existir: tumores, ascitis, meteorismo (gas aumentado en el intestino).
Normalmente tiene una forma redondeada o plana. En personas delgadas y en
decúbito dorsal se aprecia un abdomen excavado (escafoide o cóncavo).
Si se aprecia abultado se habla
de un abdomen globuloso o prominente. Cuando en decúbito supino
el abdomen impresiona que se "rebalsa" hacia los lados se le
llama en alforjas; si
estando de pie, se aprecia un gran pliegue que cuelga del hemiabdomen inferior
se llama en delantal.
La presencia de tumores o masas
es otra importante observación. El aumento de volumen por un útero grávido es
una situacion bien conocida. La característica principal es el crecimiento
desde el hipogastrio hacia arriba, con una convexidad superior. Algo parecido
ocurre con una vejiga distendida que no puede vaciarse (globo vesical). Una gran esplenomegalia podrá dar un
abultamiento en el cuadrante superior izquierdo; una hepatomegalia, en el
cuadrante superior derecho.
Con frecuencia, para detectar
estos abultamientos es necesario fijarse bien, contar con una iluminación algo
tangencial para que las curvaturas en la superficie del abdomen se dibujen
mejor, y solicitar al paciente que respire profundo, de modo que al bajar el
diafragma las vísceras protruyan.
Auscultación
Lo que se trata de auscultar son
ruidos que derivan de la movilidad del intestino y posibles soplos vasculares.
Se efectúa antes de la percusión y la palpación ya que éstas pueden alterar
los ruidos intestinales o ruidos hidroaéreos. La auscultación
debe ser metódica y cubrir los distintos cuadrantes del abdomen.
Mediante la práctica, es
necesario familiarizarse con las características de los ruidos normales para
poder distinguir cuándo están aumentados y cuándo disminuidos. Como todos los
sonidos, se puede distinguir frecuencia, intensidad, tono y timbre. Lo normal
es escuchar como clics o gorgoteos regulares, entre 5 a 35 por minuto. Cuando
el gorgoteo es prolongado y de tono bajo se habla de borborigmo ("gruñidos
gástricos"). En las diarreas los ruidos intestinales o hidroaéreos están
aumentados en frecuencia e intensidad.
Cuando el estómago está
distendido con líquido porque existe una obstrucción a nivel del píloro o un
poco más abajo (síndrome pilórico),
o porque se ingirió una gran cantidad de líquido en las horas anteriores, al
sacudir al paciente se puede auscultar en la región epigástrica un bazuqueo gástrico que son ruidos
de tono alto semejantes a los que se escuchan al agitar un tonel parcialmente
lleno de líquido.
Cuando existe una parálisis intestinal
(íleo paralítico), desaparece
el peristaltismo y con ellos, los ruidos intestinales, y se escucha un silencio abdominal. Para concluir que
los ruidos intestinales están ausentes, se debe auscultar unos 3 a 5 minutos.
Las asas intestinales se distienden con líquido y aire; si al paciente se le
sacude, se auscultan ruidos de
sucusión, semejantes al bazuqueo gástrico.
Habitualmente se escuchan en todo el abdomen.
En un íleo mecánico, por obstrucción
intestinal, los ruidos están aumentados junto con la mayor actividad
peristáltica. Se escuchan ruidos de tono alto y en secuencias que aumentan
junto con el incremento del dolor de carácter cólico.
Otros ruidos que se pueden
auscultar son soplos por flujos turbulentos dentro de las arterias: aorta (en
línea media, supraumbilical), renales (paramediano supraumbilical, a cada
lado), ilíacas (paramediano infraumbilical, a cada lado), femorales (en las
regiones inguinales). Pudieran escucharse mejor con la campana del
estetoscopio. En todo enfermo hipertenso se deben buscar soplos que deriven de
la estenosis de alguna de las arterias renales; se ausculta en el epigastrio,
hacia lateral, y en los ángulos costovertebrales.
El escuchar un soplo que ocurre
durante la sístole solamente en la proyección de la aorta descendente, las
ilíacas o las femorales, no implica necesariamente que exista una estenosis de
la arteria; es más específico si el soplo se escucha en la sístole y la
diástole.
En mujeres embarazadas se pueden
auscultar los latidos cardíacos
fetales a partir de las 16 a 18 semanas. Se escuchan mejor con una
corneta especial que usan los obstetras y matronas.
Percusión
Normalmente al percutir el
abdomen se escuchan ruidos sonoros que reflejan el contenido de aire en el tubo
digestivo.
Frente a un abdomen distendido,
la percusión puede ayudar a diferenciar si la distensión es por acumulación de
gas (meteorismo), líquido en el
peritoneo (ascitis), o un
aumento de volumen anormal (tumor, globo vesical, útero miomatoso, etc.).
Si el problema es acumulación de
gas, se escucha una hipersonoridad o un timpanismo.
Si se trata de ascitis, al percutir el abdomen
estando el paciente está decúbito supino, se delimita un área central de
sonoridad normal, rodeada por una zona periférica en los flancos e hipogastrio
de sonoridad mate, con una concavidad superior a nivel del hipogastrio.
Como el líquido de la ascitis se
desplaza con los cambios de posición, se percute también el abdomen poniendo al
paciente primero en un decúbito semilateral y luego en el otro. El líquido se
desplaza hacia el nivel más bajo.
Con la percusión se delimita el
cambio entre el sonido claro y el sonido mate que ocurre en los flancos. Se
deja una marca con un lápiz, que se pueda borrar. Al mirar las marcas que se
efectuaron en los flancos en cada decúbito, se puede encontrar una matidez desplazable, que si es de más
de 4 cm, sugiere la presencia de ascitis. En un cuadro de íleo paralítico, en
que se acumula líquido en las asas intestinales, también se puede encontrar
matidez desplazable. En este caso, se deben considerar otros aspectos clínicos
para hacer un diagnóstico diferencial.
Un signo que se ha usado para
identificar si un paciente tiene ascitis es el signo de la ola que consiste en dar unos golpes en un
hemiabdomen y ver si se reflejan ondas hacia el otro hemiabdomen (tal como
ocurre al lanzar una piedra en una laguna quieta que genera ondas que migran
hacia la periferia). Para evitar que las ondas que se propagan se deban a un
efecto del tejido adiposo de la pared abdominal, se coloca una mano de canto en
la línea media del abdomen. No es un signo confiable ya que tiene falsos
positivos y falsos negativos.
Si el problema es un útero
aumentado de volumen o una vejiga distendida (globo vesical), se encuentra una matidez en el hipogastrio que
tiene una convexidad de sonoridad clara superior.
En el epigastrio y la parte
medial del hipocondrio izquierdo se encuentra habitualmente una zona de mayor
sonoridad que corresponde a aire contenido en el estómago. Esto se acentúa
después de ingerir una bebida gaseosa, en que se percute timpanismo por la
distensión del estómago.
En el examen del hígado, la
percusión se utiliza para precisar el límite superior, por la cara anterior: se
percute desde el 3er espacio intercostal a nivel de la línea medioclavicular y
se va descendiendo; el nivel en que el sonido para de claro a mate corresponde
al hígado. Habitualmente se ubica en el 5º a 7º espacio intercostal.
Debe recordarse que este nivel
puede cambiar según el paciente esté en inspiración o en espiración. Para
delimitar el borde inferior del hígado se utiliza predominantemente la
palpación, aunque también se puede usar la percusión. En este caso, se comienza
percutiendo más abajo del reborde costal y se va subiendo por la línea
medioclavicular hasta encontrar el nivel de transición entre un ruido sonoro y
uno mate.
Si se ha efectuado una marca
entre el límite superior e inferior del hígado, se tiene la proyección hepática que
normalmente es de 6 cm a 12 cm. Valores mayores a 12 cm sugieren una
hepatomegalia. Ocasionalmente no se encuentra la matidez hepática por la
interposición de una asa del colon entre el hígado y la pared torácica o porque
existe un neumoperitoneo (p.ej.: úlcera duodenal perforada).
Al delimitar el borde inferior
del hígado con la percusión, se facilita la palpación posterior. Con la
inspiración profunda, el hígado baja unos 2 a 4 cm. Estos cambios de la
posición del hígado con la respiración deben ser considerados al estudiar
la proyección hepática de
modo de hacer la medición ya sea en inspiración o en espiración.
El bazo también se explora
mediante la percusión. Se encuentra en una posición oblicua a nivel subcostal
en el hemitórax izquierdo, por detrás de la línea medioaxilar. Se percute
estando el paciente en decúbito supino tratando de encontrar una pequeña área
de matidez esplénica que puede estar entre la 6ª y la 10ª costilla, y que en
condiciones normales no sobrepasa la línea axilar media. Si la matidez se
extiende más allá de la línea axilar anterior, existiría esplenomegalia.
Posteriormente el examen debe complementarse con la palpación del polo inferior
del bazo.
Palpación
Se comienza efectuando una palpación superficial mediante
la cual se buscan puntos dolorosos y se evalúa si la pared abdominal es
depresible. Cuando existe resistencia muscular, puede ser voluntaria o
involuntaria. En el primer caso puede deberse a tensión nerviosa, temor a
sentir dolor, frío o cosquillas. Es necesario tranquilizar al paciente y
solicitarle que se relaje.
El examinador debe poner su antebrazo y mano
en posición horizontal, y los dedos van examinando ejerciendo una presión suave
y uniforme. Se recorre el abdomen en todos sus cuadrantes teniendo presente qué
se puede llegar a palpar en cada sector de acuerdo a la anatomía normal. Cuando
existe resistencia muscular involuntaria el abdomen se encuentra rígido, poco
depresible. La rigidez puede ser difusa (p.ej.: peritonitis generalizada) o
localizada (p.ej.: apendicitis aguda contenida). Algunos cuadros neurológicos
impiden al paciente relajar bien su abdomen (p.ej.: tétanos, demencia).
A continuación se efectúan
una palpación profunda mediante
la cual se identifican con más detalles las estructuras intraabdominales. Es
frecuente que se pueda desencadenar una molestia al presionar sobre el ciego,
colon sigmoides, aorta, línea media bajo el xifoides. Al repetir la palpación
con cuidado es posible que la molestia no se repita.
La palpación profunda se puede
efectuar con una o las dos manos. Al usar ambas manos se coloca una sobre la
otra, de modo que la de más arriba ejerce la presión y la de abajo efectúa la
palpación. En obesos esta técnica puede resultar conveniente. Algunas personas
prefieren palpar colocando una mano al lado de la otra.
Al sentir una masa se debe
precisar su localización, tamaño,
forma, consistencia, sensibilidad, pulsación, movilidad y movimientos con la
respiración. Ante la duda si la masa es de la pared o intraabdominal se solicita
al paciente levantar su cabeza y hombros con lo que contrae los músculos
abdominales: si es de la pared, sigue palpándose; si es profunda, se vuelve más
difícil de sentir.
Algunas masas crecen del
hipogastrio hacia arriba: vejiga distendida, tumor ovárico, útero miomatoso.
También lo hace un útero grávido. En estos casos se palpa una masa con una
convexidad superior. Otras masas tienen una localización diferente según procedan
del apéndice, del colon, ganglios retroperitoneales, aorta, páncreas, estómago,
vesícula biliar, hígado, bazo, riñones, etc. En cada caso se debe precisar cada
una de los atributos que se mencionaron más arriba.
Si existe dolor es necesario
precisar su localización, irradiación, maniobras que lo aumentan o lo
disminuyen. Un examinador delicado trata de provocar el menor dolor posible,
sin perder información necesaria para el diagnóstico. Aunque habitualmente se
palpa con los dedos de la mano, algunos dolores se localizan mejor con un sólo
dedo.
Algunas afecciones tienden a
doler con más frecuencia en sitios específicos. Una apendicitis duele al
presionar inmediatamente lateral al punto medio de una línea imaginaria que se
proyecta entre el ombligo y la espina ilíaca anterosuperior. Una colecistitis
aguda bajo el reborde costal derecho, lateral al borde del músculo recto
abdominal. Una diverticulitis duele en el cuadrante inferior izquierdo.
Uno de los dolores más fuerte se
deben a la irritación del peritoneo. En estos casos puede bastar una suave
presión o incluso la sacudida que se produce al percutir para desencadenar
dolor. Cuando el paciente tose, también se desencadena dolor. En las
peritonitis agudas se describe el signo
del rebote (signo de
Blumberg) que consiste en un dolor que se produce al retirar rápidamente
del abdomen los dedos que examinan. Duele más al retirar la presión que al
ejercerla. Este signo se desencadena efectuando la maniobra incluso alejado del
sitio de mayor dolor.
Hígado
Con la punta de los dedos de la
mano derecha, estando el examinado a la derecha del paciente, se va al
encuentro del borde inferior del hígado mientras el paciente efectúa una
inspiración profunda por la boca. Algunas personas prefieren hacer la misma
maniobra pero con los dedos paralelos al reborde costal y otros tratan de
engancharlo orientando la mano desde el tórax hacia el abdomen, y arqueando los
dedos en el reborde costal.
También puede rendir solicitar al paciente que
sostenga la respiración después de una inspiración profunda. Otra maniobra que
puede ayudar a tener un mejor rendimiento es colocar la mano izquierda bajo la
parrilla costal en la parte más baja y presionar hacia arriba tratando de
bascular el hígado. La alternativa sería colocar la mano empuñada entre la
pared costal y la superficie de la cama formando una cuña.
Los dedos deben partir en
búsqueda del borde hepático alejados del reborde y al encontrarlo, deben dejar
que la superficie del hígado se deslice bajo ellos. La palpación se comienza en
la línea medioclavicular y se va repitiendo hacia el epigastrio o más allá si
el lóbulo izquierdo está hipertrofiado. Esto permite identificar las
características del borde del hígado y de su superficie, y la consistencia del
tejido.
Es muy frecuente que el borde
inferior del hígado no se logre palpar. Si se palpa, debe ser firme, liso
uniformemente y no doloroso. En algunas enfermedades estas características
cambian. En la cirrosis hepática el borde es más cortante, la consistencia dura
y la superficie podría encontrarse nodular. En un tumor hepático, se puede
encontrar un nódulo duro, y es frecuente que se de en el contexto de un hígado
cirrótico.
Un hígado congestivo por
insuficiencia hepática es de borde romo, puede ser algo sensible, y la
consistencia firme. En una hepatitis aguda infecciosa el hígado está algo
crecido y puede ser sensible al palparlo. Ocasionalmente se palpa un lóbulo
derecho del hígado que desciende hasta al cresta ilíaca y que es una variante
anatómica sin mayor importancia (lóbulo
de Riedel).
Aumento de tamaño del hígado
El aumento de volumen del hígado
(hepatomegalia) es un indicador de enfermedad hepática. Sin embargo, mucha
gente que padece una enfermedad hepática tiene un hígado de tamaño normal o
incluso más pequeño. Un hígado aumentado de volumen no produce síntomas, pero
si el aumento de volumen es excesivo puede causar malestar abdominal o una
sensación de saciedad. Si el crecimiento se produce de forma repentina, el
hígado duele al tacto. Durante una exploración física, el médico suele
determinar el tamaño del hígado palpándolo a través de la pared abdominal,
pudiendo notar también así su textura.
Por lo general, el hígado se nota blando si
ha aumentado de tamaño a causa de una hepatitis aguda, una infiltración de
grasa, una congestión de sangre o una obstrucción de los conductos biliares. En
cambio, se nota duro e irregular si la causa es una cirrosis. La detección al
tacto de un nódulo bien definido puede indicar un cáncer.
En las condiciones en las que se encuentra
aumentado de tamaño son: cirrosis, carcinoma y
metástasis.
Vesícula biliar
Normalmente no se palpa. Se
localiza por debajo del borde hepático, a la altura del borde lateral de
músculo recto abdominal. Cuando se inflama (colecistitis), al tratar de palparla se produce dolor al
presionar es ese sitio al final de una inspiración (signo de Murphy). Podría palparse una masa de bordes poco
precisos por confluencia de tejidos vecinos como el epiplón (plastrón vesicular).
La impactación de un cálculo
biliar en el conducto cístico puede llevar a una vesícula palpable (hidrops vesicular). La palpación de
una vesícula que no duele en un paciente ictérico mayor de 50 años hace
plantear el diagnóstico de un cáncer que obstruye el colédoco o la ampolla de
Vater (signo de Courvoisier).
Una masa dura en relación al borde hepático puede tener relación con un tumor
canceroso de la vesícula o del hígado.
Bazo
Solamente el polo inferior es
palpable. Se examina con la mano derecha, estando el paciente en decúbito
supino y el examinador a su derecha. Normalmente, en los adultos no se logra
palpar, aunque existen excepciones. Si es palpable, significa que está aumentado
de volumen en la mayoría de los casos. Crece hacia abajo y adelante. Los dedos
de la mano que examina se dirigen hacia el hipocondrio izquierdo, y van al
encuentro del polo inferior del bazo mientras el paciente efectúa una
inspiración profunda por la boca.
Conviene no partir muy cerca del
borde costal ya que un bazo grande podría escaparse. Algunas personas prefieren
además apoyar la mano izquierda bajo la parrilla costal y presionar hacia
adelante tratando de hacer el bazo más prominente.
Se debe identificar el tamaño y
la consistencia del bazo. Cuando está crecido como respuesta a una infección
(p.ej.: fiebre tifoídea, endocarditis bacteriana) es de consistencia blanda. En
procesos infiltrativos como en un linfoma, la consistencia es mayor. En ocasiones
alcanza un gran tamaño (p.ej.: leucemia mieloide crónica). Una causa frecuente
de esplenomegalia es por hipertensión portal en el curso de una cirrosis
hepática. Las hemólisis crónicas también dan esplenomegalia.
Otra posición usada para palpar el
polo inferior del bazo es un decúbito lateral derecho, con las piernas
semiflectadas de modo de relajar la musculatura abdominal. El examinador se
coloca detrás del paciente para palpar el hipocondrio izquierdo con sus dedos
en garra (posición de Schuster).
Bazo
aumentado de tamaño
La esplenomegalia o hipertrofía de bazo o
también conocida como lienomegalia es un agrandamiento patológico del bazo o estructura
esplénica más allá de sus dimensiones normales (11cm). También podría
considerarse en función del peso (el peso normal es de 450-750g, considerándose
aumentado si es mayor de 750g.)
Síntomas:
Normalmente asintomático pero
puede presentarse:
§ Imposibilidad
de realizar comidas más copiosas de las habituales. En ocasiones se presentan
naúseas e incluso vómitos.
Hiperesplenismo
Es el
estado de hiperfunción del bazo que se caracteriza por producir:
§ Esplenomegalia
§ Disminución variable de la celularidad hemática
(hematíes, plaquetas, leucocitos).
§ Aumento de células inmaduras en sangre.
§ Médula ósea normal o con hiperplasia productora para compensar la destrucción
esplénica.
El hiperesplenismo
se produce por acumulación de la celularidad sanguínea en el bazo o por aumento
de su destrucción al estar recubiertos de anticuerpos.
Riñones
Generalmente no son palpables. Se
ubican en la parte más posterior del abdomen, retroperitoneal. En su parte
superior quedan protegidos por las costillas flotantes. El derecho es un poco
más bajo que el izquierdo y su polo inferior tiene más posibilidades de ser
palpable. Existen alteraciones renales en las que están más grandes y se logran
palpar con más facilidad: hidronefrosis, riñón poliquístico, tumor renal.
Una ptosis renal
también facilita lo mismo.
Cuando se palpa con las dos
manos, una por delante y otra por atrás, ayuda a fundamentar que se trata de un
riñón si se percibe contacto
lumbar, o sea, el empuje que se ejerce desde atrás se transmite hacia
adelante.
Para palpar el riñón derecho
estando el paciente en decúbito supino y el examinador en el lado derecho, se
coloca la mano izquierda a nivel de la región lumbar, inmediatamente por debajo
de las costillas, y la derecha, sobre el flanco, lateral al borde del músculo
recto abdominal. Se ejerce presión logrando un efecto de "sándwich".
Una maniobra que puede aumentar la posibilidad de palpar el polo inferior es
pedir al paciente que inspire profundo por la boca y en ese momento el
examinador trata de "atrapar" el riñón con sus manos, al descender;
en la espiración libera la presión y el riñón se debiera "escapar".
Para palpar el riñón izquierdo
desde el lado derecho del paciente, es necesario colocar la mano izquierda en
la fosa lumbar izquierda del paciente, quedando con posibilidad de empujar
hacia adelante, y con la mano derecha se palpa en el flanco. La otra forma es
ubicándose el examinador en el lado izquierdo del paciente para examinar en
forma parecida a lo que se hizo con el riñón derecho. En este caso, la mano
derecha del examinador se ubica en la fosa lumbar y la izquierda palpa por el
flanco.
Hernias
Una hernia es la protrusión de tejidos (epiplón, asas
intestinales, ovario, etc.) contenidos en un saco herniario (habitualmente
formado por peritoneo), a través de un anillo u orificio.
En la región ínguino-crural se
manifiestan por hernias inguinales (indirecta y directa) y crurales (o
femorales).
Las hernias inguinales indirectas pasan por el orificio
inguinal profundo (lateral a los vasos epigástricos inferiores), descienden por
el canal inguinal y pueden atravesar el anillo inguinal externo; las hernias inguinales directas aparecen
por la pared posterior del canal inguinal (medial a los vasos epigástricos
inferiores).
Las hernias crurales pasan por
detrás del ligamento inguinal, medial a la vena femoral, siguiendo el curso del
canal femoral. Las inguinales se ven por encima del ligamento inguinal y las
crurales por debajo de él. Cuando una inguinal desciende hasta la cavidad
escrotal constituye unahernia
ínguino-escrotal.
Las hernias pueden ser congénitas
o adquiridas. Los esfuerzos físicos y la necesidad de aumentar en forma
repetida la presión intraabdominal, como ocurre en personas constipadas o en
hombres con crecimiento de la próstata, favorece su aparición.
Habitualmente el paciente nota un
abultamiento que sale especialmente al caminar o estar de pie. También al toser
o pujar. Al acostarse, tiende a desaparecer (hernia reductible). En otras ocasiones no se logra reducir
totalmente (hernias irreductibles).
Esto puede ocurrir por adherencias que se han formado, porque es de gran tamaño
y "ha perdido el derecho a domicilio" o porque está atascada o
estrangulada.
Una hernia atascada es aquella que no se puede reducir pero no
tiene compromiso de los vasos sanguíneos. Una hernia estrangulada tiene además compromiso vascular que
puede determinar una necrosis de los elementos contenidos en el saco herniario.
En este caso, que habitualmente
se acompaña de mucho dolor, no se deben efectuar maniobras para reducir el
contenido al abdomen por el riesgo de producir una peritonitis.
Las hernias inguinales indirectas
son más frecuentes en niños y jóvenes de sexo masculino. Las inguinales
directas se presentan en personas mayores. Las crurales, se ven especialmente
en mujeres y tienen tendencia a atascarse con lo que pueden producir una
obstrucción intestinal.
Se comienza examinando al
paciente mientras está en decúbito dorsal. Si la hernia está afuera, es fácil
de ver y palpar. De no ser así, se le solicita al paciente que tosa o efectúe
una maniobra de Valsalva para hacerla más evidente. Otra alternativa es
examinarlo de pie y que puje. En esta posición el rendimiento del examen es
mejor. Al salir la hernia se aprecia un abultamiento y al aplicar presión con
los dedos es posible reducirla nuevamente al interior del abdomen.
Cuando esto ocurre, se siente el
deslizamiento del contenido del saco herniario hacia el interior del abdomen y
eventualmente se escucha el gorgoteo de asas intestinales. Esta sensación es
categórica de la existencia de una hernia.
Otra maniobra que se puede
efectuar en hernias inguinales es introducir un dedo hacia el canal inguinal a
través del anillo inguinal externo, invaginando la piel del escroto. Este
anillo normalmente no permite el paso del dedo, pero podría estar dilatado por
la presión que ha ido ejerciendo la hernia, especialmente si es de un tamaño
significativo.
Cuando el paciente puja, el saco
herniario choca con el dedo. No interesa tanto distinguir entre una hernia
inguinal directa o indirecta ya que el cirujano tendrá la referencias
anatómicas en forma más confiables al momento de operar.
Las hernias crurales deben
buscarse en forma muy dirigida, especialmente frente a un cuadro sugerente de
una obstrucción intestinal. El
diagnóstico diferencial se hace con adenopatías y abscesos.
Tacto rectal
El tacto rectal debe ser
considerado como parte del examen del abdomen ya que puede aportar información
valiosa.
Se puede efectuar con el paciente
en distintas posiciones:
(a) en decúbito lateral,
habitualmente sobre el lado izquierdo, con ambas piernas flectadas a nivel de
las caderas y rodillas, o con la extremidad de más abajo extendidas y la de más
arriba semiflectada (posición de Sims);
(b) estando el paciente en
decúbito dorsal con ambas extremidades inferiores flectadas y separadas;
(c) estando el paciente en
decúbito ventral sobre una mesa ginecológica, o de pie, pero flectado hacia
adelante, apoyando sus manos sobre la camilla, o en una posición genupectoral
en la que se apoya sobre las rodillas y codos.
Cualquiera sea la posición
elegida, se debe respetar el pudor del paciente.
En la inspección de la región
anal se aprecia el aspecto de la piel, si existe humedad, o si se ven
hemorroides externos, fisuras, orificios fistulosos, u otras lesiones
(papilomas, condilomas, etc.). Podría ser conveniente disponer de una linterna
para tener una mejor iluminación. Ante la sospecha de un prolapso rectal se le
solicita al paciente que puje.
También podrían protruir pólipos
o hemorroides internos.
Luego se efectúa la palpación
colocándose un guante desechable y lubricando el dedo índice con vaselina,
dejando en la punta un poco más. Con el dedo enguantado y con vaselina se
lubrica un poco el orificio externo del ano y se introduce el dedo con cuidado
de modo de desencadenar un mínimo de molestias.
En la introducción se aprecia
el tono del esfínter anal.
Cuando el examen provoca dolor o en personas tensas es frecuente encontrar un
tono aumentado, en cambio, en ancianos o pacientes con lesiones neurológicas,
se encuentra disminuido. Una fisura o un hemorroide trombosado pueden generar
tanto dolor que el tacto no es posible efectuar. Un absceso perianal puede dar
una zona abultada y dolorosa.
Introducido el dedo se aprecia la
cavidad de la ampolla rectal, sus paredes y el contenido de deposiciones. En la
pared anterior se palpa la próstata en los hombres y el cuello uterino en las
mujeres. Es importante fijarse si existe alguna estrechez, dureza o formación
en las paredes de la ampolla que sea sugerente del crecimiento de un tumor. En
apendicitis aguda el fondo derecho es sensible.
La próstata se palpa normalmente
como una nuez de un diámetro de unos 4 cm, cuya pared posterior protruye hacia
el lumen rectal aproximadamente 1 cm. Se distinguen dos lóbulos laterales y un
surco central. La superficie debe ser lisa y la consistencia como cauchosa. A
veces se palpan las vesículas seminales en la parte de más arriba. En personas
mayores de 40 años la próstata puede estar aumentada de volumen por una
hipertrofia benigna (adenoma
prostático). Si se palpa un nódulo de consistencia más dura que el resto
de la glándula o de forma irregular debe plantearse la posibilidad de un
cáncer.
La deposición que se observa en
el guante al retirar el dedo se debe observar. Normalmente es blanda y de un
color marrón (castaño). Si es de color negro, sugiere sangre de la parte alta
del tubo digestivo; si se acompaña de sangre fresca, el sangramiento sería
bajo; si la deposición es pálida, podría reflejar una falta de pigmentos
biliares en un paciente ictérico y con patología biliar.
A pesar que tenga un aspecto
normal, conviene efectuar una prueba para detectar sangre oculta en la
deposición (existen unos tarjetones que se manchan con una muestra de
deposición y luego se agrega un reactivo que revelará la presencia de sangre si
está presente).
Apendicitis
Es la inflamación del apéndice, ubicado enciego, que es la porción donde comienza el intestino grueso.
Normalmente los casos de apendicitis aguda requieren de un procedimiento
quirúrgico llamado apendicetomía bien por laparoscopia o laparotomía
que no es más que la extirpación del apéndice
inflamado. El tratamiento siempre es quirúrgico.
Coledocolitiasis
Es
la presencia de cálculos en la vía biliar principal. Los
cálculos así impactados pueden ser pequeños o de gran tamaño, únicos o
múltiples y tienden a aparecer en un 6-12% de los pacientes con colelitiasis.
Clínica
§ Dolorosa
§ Intermitente:
ya que el cálculo se moviliza.
Diverticulitis: es la inflamación
de un diverticulo.
Incidencia
Afecta mayoritariamente a personas mayores y de edad avanzada
aunque puede atacar a pacientes jóvenes también.
En los países occidentales la diverticultis es más común en
el lado izquierdo relacionado con el colon sigmoideo (95% de los pacientes) mientras que la
enfermedad se presenta más comúnmente en el lado derecho en Asia y África.
La prevalencia de la enfermedad diverticular se ha
incrementado desde un 10% estimado en 1920 a entre 35% y 50% a fines de los 60.
Se espera que un 65% de aquellas personas mayores de 85 años tengan alguna
forma de enfermedad diverticular en el colon. Menos del 5% de personas menores
de 40 años son afectadas por esta enfermedad.
Entre el 10% y el 25% de los pacientes con divertículos
desarrollarán diverticulitis en alguna etapa de su vida.
Síntomas
Los pacientes usualmente presentan cuadros clínicos clásicos
con dolor en fosa
iliaca izquierda, fiebre y aumento de
la concentración de las células blancas en la sangre. También pueden
presentar diarrea, náuseas y sangramiento
rectal .
Enfermedad vascular mesentérica
Definición
Es un bloqueo o estrechamiento de una o más de las tres arterias mesentéricas, que son las mayores arterias que suministran sangre al intestino grueso y al intestino delgado.
Causas, Incidencia y Factores de Riesgo
El estrechamiento de estas arterias ocasiona la
isquemia mesentérica (estas arterias vienen directamente de la aorta, arteria
principal que sale del corazón).
La isquemia de las arterias mesentéricas se observa
frecuentemente en pacientes con endurecimiento de las arterias en otro lugar
del cuerpo, como los pacientes que tienen cardiopatía coronaria o enfermedad
vascular periférica. Esta afección es más común en fumadores y en pacientes con
altos niveles de colesterol.
La isquemia mesentérica también puede ser provocada
por un coágulo de sangre (émbolo) que viaja a través del torrente sanguíneo y
bloquea una de las arterias mesentéricas de una manera súbita. Estos coágulos
generalmente provienen del corazón o de la aorta y se observan más comúnmente
en pacientes con arritmias cardíacas, como la fibrilación auricular.
Síntomas
La isquemia crónica (prolongada) de las arterias
mesentéricas ocasionada por la ateroesclerosis se asocia comúnmente con dolor
abdominal después de comer y, ocasionalmente, con diarrea.
La isquemia aguda (súbita) de las arterias
mesentéricas a causa de un coágulo de sangre que viaja frecuentemente está
asociada con un dolor abdominal intenso y repentino, vómitos y diarrea.
Signos y exámenes
En la isquemia mesentérica aguda, los exámenes de
sangre pueden mostrar conteo de leucocitos más alto de lo normal y cambios en
el nivel ácido de la sangre. Una TC puede mostrar problemas con los vasos
sanguíneos y los intestinos.
La angiografía mesentérica (inyección de un contraste
especial dentro del torrente sanguíneo para resaltar las arterias del
intestino, y luego tomar radiografías del área), puede mostrar la ubicación de
la obstrucción en la arteria
La obstrucción intestinal es
una interrupccion mecánica o funcional de los intestinos que evita el tránsito normal de los productos de la digestión.1Puede
ocurrir a cualquier nivel del intestino delgadodistal al duodeno o
del colon. La principal causa de
una obstrucción intestinal, causando un 75% de los casos, son adhesiones
relacionadas a una previacirugía abdominal.
Referencias:
·
escuela.med.puc.cl/paginas/cursos/tercero/.../39_abdomen.html
·
www.slideshare.net/.../examen-fisico-abdomen - Estados Unidos
·
es.wikipedia.org/wiki/Híga
·
monografías.com
·
google imágenes
·
propedéutica
quirurgica
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